Callada y cobarde se lamió las heridas, que marcarón su vida como un hierro candente. Cicatrices profundas sin bisturí que las borre, tatuaje en el alma e ilusiones amputadas. Siempre callada muerta de miedo, envenenada por el odio y ahogada por la pena. Liberada por la muerte que se hizo su aliada, regalándole la vida sigue siendo desgraciada. ¡Intenta luchar aprende a ser tú, proponte olvidar y perdonate tú! YAIZA